Álvaro Gilleron comenzó a tocar la batería de chiquito. Su padre fabricaba tambores y siente que la música y los golpes los tiene desde la panza de su madre. Recuerda a los cuatro años haber tocado una batería por primera vez en una fiesta en su barrio, “después de eso no paré”. Años más tarde, cuando tenía doce años, su padre le pagó algunas clases de batería para ir adquiriendo la técnica. “Igual sigo siendo medio tronco”, alega. A los quince años, por primera vez tocó en público en un…
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