MAXIMUS FESTIVAL 2017 en Tecnópolis (Buenos Aires, Argentina)
Sábado 6 de Mayo de 2017
por Jorge Patacas
Luego de la exitosa primera edición realizada el año pasado, el Maximus se convirtió en el festival más esperado de este 2017 en el cono sur, con sus ediciones en Sao Paulo, Brasil y Buenos Aires, Argentina. Tecnópolis fue el lugar elegido por la organización argentina para realizar el enorme evento este año y hasta allí nos trasladamos el Sábado 6 de Mayo para presenciar una jornada única que incluiría shows internacionales de primer nivel, así como también la presentación de algunos exponentes locales.
Tras algunas idas y vueltas en lo que tiene que ver con las acreditaciones, finalmente logramos entrar al predio cuando la banda stoner estadounidense Red Fang estaba tocando los últimos dos temas de su repertorio en el Maximus Stage. A la derecha se encontraba el Rockatansky Stage, mientras que el tercer escenario (Thunder Dome) inicialmente establecido para bandas locales se encontraba a una cierta distancia de los otros dos. El festival también contaba con un área exclusiva para la venta de cerveza, el Beer Garden, algo que me hizo recordar inmediatamente al Wacken Open Air alemán que cuenta con un área con el mismo nombre. Entre otros stands que vendían comida y merchandising, vale la pena destacar el de Pogopedia en el cual servían agua de manera gratuita, algo bastante inusual pero fundamental en este tipo de eventos donde hay que mantenerse hidratado.
Según la grilla anunciada, los bizarros Asspera debían tocar antes de los mencionados Red Fang, sin embargo salieron a escena tras estos últimos en el Rockatansky Stage. La banda argentina ya había estado presente en la anterior edición, pero en esta oportunidad se ganaron su lugar como única banda local en los escenarios principales, tocando para una mayor cantidad de público. Tal como nos tienen acostumbrados, su show estuvo lleno de humor y crítica al mismo tiempo, donde aparecieron algunos de los personajes que rodean a la banda como «El Rubio Salvaje», quien se encargó de la guitarra en varios temas y «El Dino Garca», quien con su máscara de dinosaurio hizo coros en «Sí, Ya Se!». El set estuvo compuesto por material de todas las épocas, incluyendo los ya clásicos «Gorda Puerca», «Hijo de Puta» y «Me Cago», esta última con uno de los momentos más hilarantes de la jornada donde comenzaron a lanzar rollos de papel higiénico hacia el público.
Pocos minutos después llegaría el turno de los alemanes Böhse Onkelz en la soleada y muy disfrutable tarde de sábado. La legendaria banda de Frankfurt formada en 1980 ha vendido más de cinco millones de discos a lo largo de su carrera, siendo un nombre muy importante a nivel europeo, principalmente en su país natal, sin embargo en nuestra región nunca lograron hacerse un nombre, por lo cual más allá de algunos entusiasmados fans en primera fila, el resto de la audiencia se dividió entre los que se dedicaron simplemente a observar de qué se trataba la propuesta y los que aprovecharon para recorrer el predio. La banda de Hard Rock con algún que otro toque de Punk se despachó con un set de nueve temas incluyendo «Kirche» y el cierre con «Auf Gute Freunde», ambos de su disco más exitoso, «E.I.N.S.», editado en 1996, el cual vendió más de 500.000 copias.
El orden de la grilla indicaba que a continuación saldría Hatebreed a escena, por lo cual muchos teníamos grandes expectativas, sin embargo el telón de fondo en el Rockatansky Stage dejaba bien claro que no sería así, sino que los suecos Ghost serían los siguientes en pisar un escenario del Maximus. Allí comenzaron a aparecer las dudas entre el público en torno a qué pudo haber sucedido con los norteamericanos, pero hasta ese momento no había comunicado o anuncio de un posible cambio de horario. Finalmente Ghost salió a escena brindando un show espectacular, en el que no falló ni el aspecto musical ni el visual, con esa mezcla entre misticismo que rodea a la banda y el humor algo irónico del vocalista Papa Emeritus. Presentando nuevos integrantes (o nuevos Nameless Ghouls, ya que no sabemos la identidad de estas «entidades»), los suecos dejaron demostrado una vez más el excelente momento que están atravesando, y muchos dirán que el aspecto visual tiene mucho que ver en ello, pero si bien eso es fundamental, la clave del éxito de la banda claramente está en las canciones. No son tantas las bandas que en la presente década hayan lanzado singles tan gancheros como «Cirice», «Year Zero» o el más reciente «Square Hammer». Aparte del vocalista, el resto de los músicos también arenga a un público que respondió de manera brillante cantando cada tema y haciendo pogo.
Tal como estaba estipulado, era turno de que Rob Zombie se hiciera presente en el Maximus Stage con una puesta en escena que nos transporta a escenas del cine slasher retro, algo a lo cual nos tiene acostumbrados tanto en su trabajo en la música como en el cine como director y guionista.
El comienzo de su esperado repertorio estuvo a cargo de la ganchera «Dead City Radio and The New Gods of Supertown» de su quinto álbum «Venomous Rat Regeneration Vendor» (2013), lanzando inmediatamente el clásico «Superbeast», donde el público no se hizo desear para hacer pogo, mientras Zombie saltaba, arengaba y daba vueltas por el escenario, a pesar del agobiante calor que claramente se veía que estaba padeciendo.
Luego de una introducción con una historia bastante bizarra para el tema «Well, Everybody’s Fucking in a U.F.O.», single del último disco «The Electric Warlock Acid Witch Satanic Orgy Celebration Dispenser» (2016), Zombie arrojó al público dos extraterrestres inflables, lo cual provocó risas a unos cuantos. Inmediatamente llegaría el turno de varios clásicos muy esperados como «More Human Than Human» y «Thunder Kiss ’65» de su vieja banda White Zombie, mechando esta última con «Blitzkrieg Bop», el clásico de los Ramones. El genial John 5 tuvo su momento de lucidez con un solo de guitarra, mientras que la base compuesta por Piggy D en bajo y Ginger Fish en batería tuvo una correctísima actuación. El final era predecible pero muy efectivo, y es que desde su lanzamiento en 1998, «Dragula» se convirtió en un himno ineludible para el maestro del shock rock y por ello tuvo una excelente respuesta por parte de la audiencia presente.
Me interesaba ver qué tipo de respuesta podía tener una banda como Five Finger Death Punch en este lado del mundo. Bien sabido es el éxito que ha ido cosechando este quinteto norteamericano álbum tras álbum desde su primer lanzamiento «The Way of the Fist» en 2007, pero me generaba curiosidad saber si ese éxito se había trasladado hasta esta región. Luego de presenciar su show, realmente quedé sorprendido con la cantidad de fans con la que cuenta la banda por estos lados y estamos hablando de fans que cantan los temas a todo pulmón y llegan hasta las lágrimas de la emoción! Musicalmente la banda no propone nada que no se haya hecho anteriormente, pero su actitud en escena y su combinación entre riffs pesados, melodías gancheras y estribillos coreables representan una fórmula explosiva que junto a una excelente promoción los ha llevado al éxito y más aún si hablamos de temas como «Lift Me Up», «Wash It All Away», «Under and Over It» o «The Bleeding», todos presentes en esa jornada.
Ya habiendo anochecido en la ciudad de Buenos Aires, se venía el momento más esperado por muchos: la presencia de Slayer para demoler una vez más un escenario. Mientras esperábamos, aún seguían las dudas sobre qué pasó finalmente con Hatebreed. La banda había tenido un inconveniente con sus instrumentos que no llegaron a tiempo, y eso hizo que terminaran tocando varias horas después de lo estipulado y con los instrumentos prestados por los integrantes de Slayer. Hatebreed se presentó en el mismo horario que Five Finger Death Punch, pero en el Thunder Dome, el escenario donde más temprano estuvieron los locales El Buen Salvaje, Insobrio, Misson, Melian y Helker.
Una gran cantidad de público no se enteró a tiempo del cambio, lo cual fue una lástima para quienes querían presenciar el show del cuarteto hardcore, pero no era tiempo para lamentos, teniendo en cuenta que Tom Araya, Kerry King, Gary Holt y Paul Bostaph estaban a punto de salir a escena y llevarse todo por delante. Y así fue.
Han pasado muchos acontecimientos en el mundo de Slayer en los últimos años, comenzando por el fallecimiento del histórico Jeff Hanneman, las discusiones y desacuerdos con Dave Lombardo que determinaron su salida una vez más y la operación en el cuello de Tom Araya que ya no le permite hacer headbanging, algo que él mismo realmente disfrutaba y que sin dudas aportaba muchísimo al clima caótico que la banda transmite en escena. Sin embargo, más allá de todos estos inconvenientes, la maquinaria sigue en pie y firme como siempre y es que más allá de que su último disco «Repentless» (2015) tuvo opiniones encontradas y disímiles, la realidad es que Slayer en vivo fue, es y continúa siendo una aplanadora. Nunca fallan. No hace falta nada más que nombrar algunos de los temas que formaron parte del setlist de esa noche para transmitir lo que fue esa verdadera dosis de agresión: «Disciple», «Postmortem», «War Ensemble», «Mandatory Suicide», «Fight Till Death», «Dead Skin Mask», «Seasons in the Abyss», «Hell Awaits», «South of Heaven», «Raining Blood», «Black Magic», dando el último golpe como si no hubiera sido suficiente con la brillantemente violenta «Angel of Death».
En términos de contundencia, el festival podría haber terminado ahí mismo, pero aún faltaba más por ver, y es que a continuación era turno de Prophets of Rage, quienes se presentaban por primera vez en Sudamérica. El supergrupo que une a Tom Morello, Tim Commerford y Brad Wilk de Rage Against the Machine y Audioslave, Chuck D y DJ Lord de Public Enemy y B-Real de Cypress Hill, generó muchísimas expectativas entre los seguidores de cada banda y estas fueron ampliamente colmadas gracias a un show que prácticamente no tuvo altibajos. El pogo no se hizo esperar al sonar temazos de RATM como «Testify», «Take The Power Back», «Guerrilla Radio», «Bombtrack» y «People of the Sun», uno atrás de otro, con Chuck D y B-Real tomando el rol de Zack de la Rocha en estos casos. Pero también había lugar para alternar clásicos de Public Enemy como la legendaria «Fight The Power» y de Cypress Hill («How I Could Just Kill A Man»), los cuales tuvieron excelente respuesta también gracias a la interacción constante de la banda con el público, haciéndolos sentir parte del show una y otra vez. El punto más alto en este sentido sin dudas llegó con el Medley a puro Hip Hop donde pasaron «Hand On The Pump», «Insane In The Brain» y «I Ain’t Goin’ Out Like That» de Cypress Hill, «Can’t Truss It», «Welcome to the Terrordome» y «Bring the Noise» de Public Enemy y «Jump Around», el himno de House of Pain. Luego de este muy bien recibido Medley, era momento de que la guitarra de Morello vuelva al frente y junto a la base de Commerford y Wilk tocaron el comienzo de «Cochise», el tema con el que se dio a conocer Audioslave hace ya quince años para enseguida pasar a otro clásico de RATM, la fenomenal «Sleep Now In The Fire». Visto en retrospectiva, se siente algo extraño haber tenido la posibilidad de escuchar ese fragmento de un tema de Audioslave, teniendo en cuenta que Chris Cornell falleció de manera totalmente inesperada apenas doce días después de este show, algo que por supuesto los integrantes tampoco pensaban que sucedería, menos aún teniendo en cuenta que había claras posibilidades de que la banda se pudiera reunir en un futuro próximo. Actualmente Prophets of Rage está incluyendo temas de Audioslave en su repertorio, pero ahora sí a modo de homenaje al gran vocalista.
Un par de sorpresas en esta presentación del Maximus fue la inclusión de «Unfuck The World», un tema propio que forma parte de su álbum debut homónimo, y parte del hit de White Stripes, «Seven Nation Army», que solía hacer Audioslave en sus presentaciones en vivo, pero en este caso cantado por B-Real (!). Esto aportó un grano de arena más a la fiesta que se estaba viviendo, la cual continuó con más del mejor material de RATM como «Bulls On Parade» y el final con «Killing In The Name», cerrando la gran presentación de este conglomerado que tiene algo de experiencia en eso de fusionar rock, metal y hip hop.
Minutos más tarde y después de toda una jornada de shows que dieron que hablar, el Maximus Festival 2017 se cerraba con Linkin Park. Antes de que la banda saliera al escenario, ya se podía percibir que una enorme cantidad de público fue al festival únicamente a ver a los oriundos de California, quienes se amontonaron ansiosamente frente al Maximus Stage, mientras otro gran porcentaje de público iba abandonando el predio.
Es cierto que dentro de la movida Nu Metal de fines de los 90’s y principios de los 00’s, Linkin Park siempre fue de las bandas con un sonido más accesible que muchas otras que no llegaron ni por asomo al mismo éxito comercial, pero aún así su primer álbum «Hybrid Theory» (2000) contaba con varias de las características del género, desde las guitarras con afinación grave hasta los versos rapeados y el uso de samples. A medida que fue pasando el tiempo y el género fue desapareciendo luego de la abrupta caída a nivel comercial, la banda fue explorando otros territorios dentro de lo alternativo e incluso el pop, llegando hasta el último disco «One More Light» (2017), el cual está siendo aún duramente criticado por su giro musical hacia el pop y electropop. Sin embargo, tanto los que estaban presentes por sus primeros dos trabajos como sus fans más recientes, deliraron desde el primer momento en que los integrantes fueron saliendo a escena.
Desde el primer instante, lo primero que se pudo percibir es que el volumen proveniente desde el escenario era notoriamente más bajo que el del resto de las bandas del festival, y teniendo en cuenta que el comienzo fue con «The Catalyst», de base electrónica, uno ya se podía esperar de qué se trataba la propuesta actual de Linkin Park en cuanto al show. Y hubo mucho más de esto, ya que hubo tres temas del mencionado último trabajo que hicieron su debut en vivo en este festival, tal es el caso de «Talking to Myself», «Good Goodbye» y «Battle Symphony», todos orientados al pop que se puede escuchar en cualquier medio mainstream actual, muy alejados de cualquier característica que tenga que ver no solo con el Nu Metal sino con cualquier sonido cercano al rock, despojándose de lo que alguna vez fueron. De cualquier manera, está claro que la banda tiene que seguir tocando su viejo material si quiere seguir manteniendo su nombre en la industria, y así es que los fans de la primera época pudieron disfrutar de «One Step Closer», «Breaking The Habit», «Somewhere I Belong», «Faint», «Papercut» y «Numb». También su hit «Crawling» estuvo presente, aunque en una versión en piano, pero quizás el momento más impactante fue ver a toda esa cantidad de fans que deliraban con cada uno de los temas, cantar a capella la mitad del clásico «In The End» con apenas escuchar la intro del tema. Por supuesto que es algo común que una banda haga partícipe al público para que este cante una parte del tema, pero me cuesta recordar un show donde el público se encargue de cantar a capella prácticamente todo un tema antes de que la banda comience a tocarlo.
Con los fans eufóricos, mientras otra gran parte de la audiencia seguía yéndose, Linkin Park siguió adelante con su repertorio, y luego de todos estos clásicos y casi sobre el final de su presentación, el vocalista Chester Bennington anunciaba que tocarían el que quizás es el tema más «controversial» de su carrera… «Heavy». Así es que a esa altura del show tocaron el single que paradójicamente es quizás el más orientado al pop de su historia, el cual fue compuesto por Bennington, Mike Shinoda y el guitarrista Brad Delson junto a la cantante pop Julia Michaels y Justin Tranter, quien compuso temas para Britney Spears, Selena Gomez y Justin Bieber… todo dicho.
Para el final se guardaron «Bleed It Out», donde el sonido por el que se hicieron populares dijo presente, pero finalmente las sensaciones fueron encontradas entre los asistentes, dividiéndose entre los fans más acérrimos que mostraron su euforia desde el principio al fin disfrutando del show al máximo, los que no toleraron hasta el final y quienes lo observaron sin dar crédito del cambio de sonido de la banda.
De esta manera cerró el Maximus Festival en una inolvidable jornada llena de muy buenas presentaciones. Desde ya esperamos que se realice una nueva edición el próximo año!