Reviews de Shows: GRAHAM BONNET en Stage Live (Bilbao, España)

GRAHAM BONNET en Stage Live (Bilbao, España)

Sábado 15 de Noviembre de 2014

por Unai Endemaño

Graham Bonnet fue un seguro de vida durante los ochenta, eso no se lo puede cuestionar nadie. Un señor elegante, que era capaz de imprimir lustre a las composiciones que trababan los mejores guitarristas de la época, sin perder nunca ese aire de súper estrella con corbata, marca de la casa.
Así de fino funcionaba el hombre que puso voz a la dolorosa transición de Rainbow, el que interpretó con presteza el celebérrimo «Assault Attack» de M.S.G. y dejó para la posteridad el legendario primer álbum de Impelliteri. Por el camino hasta tuvo tiempo para dejar una carrera con los héroes de culto Alcatrazz, también acompañando a dos de los mayores guitar heroes que se recuerdan. Todo eso haría Graham durante los ochenta. Casi nada, que se suele decir.
Un par de décadas después, el sr. Bonnet, como no podía ser de otra manera, aún conserva ese curriculum impecable que apuntábamos para presentarle, aunque la clase de tinglados en los que se ve involucrado, carecen de la seriedad que destilaban los que le hicieron leyenda hace treinta años. Hoy en día vive de las rentas, promocionándose bajo el arco iris que un día le coronó, mientras perpetra actuaciones ciertamente cuestionables.
Antes de que pudiésemos valorar las aptitudes del elegante Bonnet, sobre las tablas del Stage Live, tendríamos la oportunidad de encarar a un grupete local abriendo la velada. Los Ready Aim Fire serían quienes descargarían durante cerca de una hora, Heavy Rock neoclásico y revisionista. Tendrían tiempo para interpretar unos cuantos cortes de mecánica similar a los que gustaba de componer Blackmore, aunque tratando de adornar cada resquicio con solos vertiginosos en la mejor tradición Malmsteen.

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Sobre el papel pintarían bien, aunque en la práctica no terminarían funcionando como hubiese sido deseable. Sus creaciones nos recordarían en demasía a los originales, que sin duda les habían servido como inspiración, creando la incómoda sensación de estar escuchando temas nuevos, que sonaban como versiones. A esto le añadiríamos las pegas que supusieron: un guitarra empeñado en correr más de lo necesario por su mástil y la genial ocurrencia de ponerse a hacer solos de batera y guitarra, siendo teloneros. Se les notaría demasiado su corazón de banda tributo, a pesar de lo profesionales que oficiaron.
Habiendo concluido la comparecencia de los Ready Aim Fire, comprobaríamos como la coqueta sala iba cogiendo color a medida que los huecos se estrechaban. La afluencia resultaría considerable, a pesar de las pequeñas dimensiones del recinto, teniendo en cuenta que todos los que allí nos arremolinábamos, íbamos detrás de un recuerdo de otro tiempo. Con la vista puesta en el reflejo que esperábamos nos devolvieran, las gafas del señor Graham Bonnet.
El espigado inglés saltaría tras su banda, sobre las elevadas tablas del recinto bilbaíno, entonando el «All Night Long» de manera ciertamente convincente. En ese punto sería donde constataríamos como las más agoreras predicciones, se habían pasado de frenada. Los que habían vaticinado que este señor estaría al infumable nivel de Paul Di’Anno, se tendrían que comer sus palabras, una detrás de la otra. Sin ser obviamente el mismo que en sus años de gloria, rápidamente demostraría que aún conserva voz como para no hacer el ridículo.

La banda que le acompañaba, obviamente, estaría en otra galaxia de la que un día dejó grabado el «Down to Earth», contando con un guitarra eficiente y un batera de pegada poderosa, que mitigaban parcialmente el efecto abochornante que provocaba la novia de Graham a las cuatro cuerdas. La simpática mujer, luciría palmito con sonrisa perenne, demostrando sin embargo, que algunas partes no las tenía del todo pilladas. Restaría seriedad a la comparecencia, aunque no llegase a influir demasiado, en lo que se suponía que habíamos ido buscando.
Bastante más hiriente sería el hecho de que finalmente no se tocase en su integridad el «Down to Earth», tal y como había sido anunciado. Caerían «Love’s No Friend» y «Makin’ Love» sin embargo, aunque no volveríamos a escuchar nada del mencionado redondo, hasta el final de la velada, cuando la banda se dignó a colocar en todo lo alto el «Since You’ve Been Gone» y el» Lost In Hollywood». Entre medias pasaríamos por un incierto repertorio, que a casi todo el mundo pillaría con el pie cambiado.
Lo más refulgente acabaría siendo el «Night Games» del lejano «Line-Up», el cual Graham cantaría con la misma pasión que imprimía a principios de los ochenta. La potencia no sería la misma, obviamente, pero se adivinaría la emoción entre los surcos del viejo corte, parte de la magia que el frontman desplegaba en sus mejores momentos.

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Esa curiosa sensación de estrella apagada, nos acompañaría durante el resto de actuación del británico. La impresión de estar ante alguien que fue muy grande en su día, y aún conservaba cierto brillo pegado a sus zapatillas deportivas. Solo así podría mantener en pie una actuación interpretando covers de los Beatles, el insulso «Only One Woman» de cuando cantaba con su primo o un tema nuevo que no conocía ni el tato. Lo haría manteniendo un considerable buen ambiente dentro del recinto, aunque no faltasen quienes no podrían evitar mostrar su descontento, ante la incomparecencia de los cortes de Rainbow prometidos.
La actuación terminaría antes de lo que hubiese sido razonable, metiendo poco antes del final un par de insufribles solos de guitarra y batería para ganar tiempo, y con Graham aduciendo que no habían tenido tiempo para ensayar más canciones. En este punto no habría dios que fuese capaz de buscarle excusas al protagonista de la velada, el punto de no retorno en el que sus aires de estrella hollywoodense iban a dejar de ser suficientes como para mantener la compostura requerida.
Acabaría por tanto la verbena en la que se había acabado convirtiendo la jornada, interpretando una vez más el «All Night Long», por no tener más cortes ensayados, y con toda la banda saludando de manera extrañamente triunfal, dejándonos con la certeza de que aquello podía haber acabado siendo una noche digna del nombre que aparecía en el luminoso, en lugar de la extraña charanga en la que devino finalmente.

 

 

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